Piense en lo difícil que seria para una persona
predecir la ciudad exacta en la que nacerá de aquí a 700 años un
futuro presidente de un país latinoamericano. El profeta Miqueas predijo con
exactitud algo parecido: el lugar y la fecha de nacimiento del Mesías 700 años
antes del acontecimiento (Miq. 5:2).
¿Cuán difícil cree usted que sería señalar la manera precisa en la que morirá
de aquí a mil años un líder religioso nuevo y desconocido? ¿Podría usted
predecir un nuevo método de ejecución que todavía no se conoce, pero que se
inventará cientos de años después? Esto fue lo que hizo David en el 1000 a.C.
cuando escribió el Salmo 22.
Por otro lado, si usted fuera capaz de componer 50
profecías específicas sobre algún hombre en el futuro que usted nunca conocerá,
¿cuán difícil cree que sería que ese hombre cumpla esas 50 predicciones?...